La Columna: No es un premio…
- Annete Lewis
- 9 feb
- 2 Min. de lectura

Muy contentos andan los “ademebos” por un video en el que Rommel Pacheco advirtió que les entregarán los requisitos para poder acceder a los beneficios del deporte federado, que desde hace más de seis años le fueron retirados, tras albergar un par de eventos en México, en los que se invirtió dinero, que sirvieron para vivir una buena época de basquetbol que nos llevó de regreso al Mundial y aunque nos quedamos cerca de ir a los Olímpicos, tanto de Tokio como los de París, hubo demasiados detalles que llevaron a este organismo a ser rechazados hasta por FIBA.
Pero ahora, con este nuevo proceso en la Comisión Nacional de Cultura Física y Deportes, se supone que deben responder a la actividad que les entregaron, es decir, quizá se mal acostumbraron a estar fuera de la jugada, que justo ahora que los deportes de conjunto vuelven a escena, llegó el momento de demostrar que, el “nombramiento” no es mas que una responsabilidad para la que deben estar listos.
En Chiapas sigue una situación que es muy compleja y se refleja con los constantes problemas que surgen en la categoría, entre los menores, porque ADEMEBA en nuestra entidad no tiene identidad ni proyecto y eso los hizo susceptibles a “escuchar” a las mismas voces que han llevado al basquetbol donde está, desde 2006, cuando esa división comenzó a perfilar al deporte ráfaga al negocio, en detrimento del nivel deportivo y como principal argumento están a la vista.
Sobre esas “voces” de las que hablamos, hay una anécdota que se dio en una junta previa hace algunos años, la última vez que Chiapas tuvo sede de un regional, dicen que este “dirigente” que en esa época coordinaba algo, en una junta entre organizadores, exigía a los árbitros meter mano para que los equipos chiapanecos salieran adelante; antes, ese mismo personaje cuando comenzó a revolucionar el basquetbol, organizó un torneo escolar en el que un jugador de una institución pública (secundaria), había ganado de calle el campeón encestador, pero obligó a sus “súbditos”, a poner de ganador a un jugador de su club por “prestigio”. Es un secreto a voces, porque después se “peleó” con dos de los tres con los que organizaban ese torneo se han encargado de convertir en anécdota ese hecho que habla de un patrón de conducta de los “ademebos”
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