La Limpieza de Huesos en Campeche: un ritual que conecta pasado y presente
- NOÉ JUAN FARRERA
- hace 5 horas
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En la Península de Yucatán, la villa de Pomuch, en el municipio de Hecelchakán, Campeche, resguarda una de las tradiciones más singulares y conmovedoras de México: el ritual de Choo Ba'ak, conocido como la limpieza de huesos.

Esta práctica ancestral, viva desde tiempos prehispánicos, se ha mantenido como una joya del sincretismo entre la cosmovisión maya y las creencias cristianas heredadas de la colonia.
Cada año, entre el 25 y el 30 de octubre, las familias de Pomuch se reúnen en su panteón para preparar a sus difuntos para las festividades del Día de Muertos. Allí, los restos son cuidadosamente exhumados, limpiados y colocados en manteles bordados con el nombre del fallecido, dentro de pequeñas cajas de madera.
Según la tradición, los difuntos deben recibir estas fechas sagradas limpios y vestidos con ropas nuevas, como un acto de respeto y amor.
El panteón de Pomuch es único en el sureste mexicano. Sus pasillos multicolores y osarios abiertos muestran un espectáculo cultural que fascina tanto a locales como a visitantes. Vestimentas tradicionales como el hipil, altares familiares y la celebración del Mehen Pixán, el 31 de octubre, dan vida a un ambiente que es memoria, identidad y espiritualidad.
De acuerdo con el promotor cultural Carlos Enrique Ucan Yam, impulsor del Festival de Día de Muertos de Pomuch para el Mundo, esta tradición no solo honra a los difuntos, sino que fortalece los vínculos entre generaciones. Sin embargo, enfrenta retos en la actualidad: factores sociales y económicos han provocado que cada vez menos familias la practiquen, siendo las personas mayores quienes mantienen viva la costumbre.
El ritual de Choo Ba'ak no se limita a Pomuch. Comunidades cercanas como Zodzil, Pocboc y Tenaboo también realizan prácticas similares, aunque con menor arraigo. En cada caso, prevalece la creencia maya de que los restos aún conservan sentidos como la vista, el tacto y el oído, razón por la cual se colocan en posición vigilante dentro de los osarios.

La festividad también se extiende a los hogares, donde el 31 de octubre y 1 de noviembre se preparan altares con frutas y dulces para los niños fallecidos, y el 2 de noviembre se ofrece pibipollo y platillos tradicionales a los adultos. Según la cosmovisión maya, las almas permanecen en la tierra 30 días más, por lo que las ofrendas se repiten un mes después.
Uno de los grandes regalos al paladar, es el pan de Pomuch de la Panadería la Huachita, un verdadero tesoro gastronómico de la región. Este encantador establecimiento lleva décadas endulzando los paladares de locales y visitantes con sus productos tradicionales y deliciosos.
Al entrar en "La Huachita", te envuelve el aroma fresco y tentador de pan recién horneado. Los panaderos locales han perfeccionado sus recetas a lo largo de generaciones, y esto se refleja en la calidad y el sabor de cada pieza de pan que producen. Desde el famoso "pan de Pomuch", con su textura suave y sabor único, hasta las conchas, bollos y empanadas, cada bocado es una deliciosa experiencia.

También, el desfile de las ánimas, es una actividad en la que participa prácticamente todo el pueblo, donde centenares de caracterizaciones, alusivas al día de muertos, se hacen presentes. Calaveras, esqueletos, catrinas, lloronas, entre muchos otros, son los personajes que desfilan por la avenida principal de Pomuch.
Más que un ritual mortuorio, la limpieza de huesos en Pomuch es un patrimonio cultural vivo que trasciende el tiempo y conecta el pasado con el presente. Visitar este lugar en las fechas de celebración es sumergirse en una experiencia única, donde la espiritualidad, el color y la tradición se unen para rendir homenaje a la vida y la memoria.









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