La máxima pena…

Annete Lewis

Gabriel Hachen jamás se imaginó que la calentura de su expulsión en un duelo de preparación, lo iban a poner en una situación tan complicada.

El jugador de Bravos del FC Juárez vio la tarjeta roja y presumen, que en un video que no quisieron presentar, el argentino propinó un golpe al árbitro, un juvenil que de inmediato tomó cartas en el asunto y a la hora de llenar el acta del juego, no dudó, a pesar de las sugerencias de varios cercanos al vestidor de no reportar, para evitar que el “activo” de Juárez pudiera tener alguna complicación.

El central desestimó las recomendaciones y plasmó en el acta lo que había sucedido, fue detallando el hecho y de inmediato, al subir el acta, comenzó algo ue se persigue de oficio.

La Comisión Disciplinaria solicitó a la directiva de Juárez el video del juego, para tratar de ver si lo sucedido coincidía con la versión de un joven árbitro, pero pasaron los días y el video nunca llegó, seguramente era bastante específico y se pensó que el castigo pudo ser peor.

Ante la presunción de credibilidad que tienen los árbitros, se procedió como corresponde, con base al reporte arbitral y el reglamento, Gabriel Hachen fue suspendido un año de cualquier actividad relacionada con su profesión, reportado a FIFA para que no pueda intentar hacerlo.

Lamentable que el jugador piense que puede estar por encima de la autoridad, de inicio no tener conciencia de que juega un duelo de “preparación”, que el resultado es lo menos importante, que el árbitro se puede equivocar y que, habría que ver la acción que propició su expulsión para completar los reclamos; a partir de ahí, ya es inexplicable que sea en un juego de este tipo cuando te ganes una suspensión de un año.

No existe justificación para tratar de que se minimice el castigo o de algún argumento que pueda decir que el jugador fue provocado. Dentro de un campo de juego se escucha cada cosa, que por algo está prohibido por FIFA que algún árbitro, o algún participante del juego, pueda traer un micrófono.

Es inexplicable y que su equipo no hiciera el intento por defenderlo, habla de que pudo ser peor, que habría que revisar por qué el árbitro se atrevió a reportarlo, sin importarle lo que pudiera suceder después, porque quizá nunca pueda alcanzar su objetivo, porque es probable que no le permitan arbitrar este tipo de duelos y de ningún otro en su estado, en el país. Pero habrá hecho lo correcto, este tipo de acciones no deben permitirse y de eso ya se queda el castigo como constancia de lo que puede suceder ante estas situaciones.

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