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Patricia Hernández, visibilizando la educación ambiental

  • ALEJANDRA OROZCO
  • 12 jun
  • 8 Min. de lectura

Tuxtla.- Bienvenidos a una nueva emisión con Sandra y Ale, ahora que recién se conmemoró el Día Mundial del Medio Ambiente, en este marco podemos detonar una serie de reflexiones desde la mirada violeta de lo que ocurre y la importancia de las mujeres en esta labor, ya que muchas veces lo damos por hecho y no lo reflexionamos, en ese sentido, la invitada de hoy es Patricia Hernández, ex compañera ded universidad de Sandra, cuya vida ha tomado un giro muy interesante.

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“Yo nací en Chiapas, soy la primera generación de mi familia nacida aquí, mi mamá es de Durango y mi papá de Colima, ellos vienen a Chiapas con la construcción de las hidroeléctricas, por caminos separados aquí se unieron, nací yo y luego mis dos hermanos, ellos siempre nos platicaban cómo era Chiapas hace años que llegaron, nos llevaban de vacaciones a lugares verdes, a ríos, de niños éramos felices, y antes decían que era mejor, de ahí me surgió la inquietud de estudiar sobre los cambios que provocan, cómo transformamos el maíz en harina, en tostadas”, señaló.

Es así como entró a estudiar Ingeniería química en el Tecnológico Regional, y fue muy interesante porque hubo este cambio de currícula, pasando a mitad de carrera de agroindustrias a temas ambientales, al egresar empieza a trabajar y la vida la lleva a la Reserva de la Biósfera Montes Azules, en la Selva Lacandona, en un proyecto donde sembraban frijol abono y otras especies fijadoras de nitrógeno, ella era la encargada de hacer las mediciones, ver si se estaba fijando, pero se empieza a involucrar en temas de participación social, trabajando con hombres, mujeres y jóvenes en educación e interpretación ambiental.

“Esto derivó en tomar otros caminos más sociales, hacía mucha gestión de territorio, lo que me apasionó, más en las comunidades rurales donde ves realidades y contextos muy diferentes, de entrada comencé con esta transformación personal, de ser profesionista de un laboratorio a una realidad totalmente diferente, donde a las personas en campo les interesa producir, tener ingresos, alimentos, ciertos recursos para su subsistencia, y no tanto se fijan si es esta especie de frijol abono la que nutre el suelo o no, cuando se lava la uva de café, actualmente hay mucho mejores prácticas, pero hace 20-25 años, toda el aguamiel se tiraba a los ríos, era su manera de trabajar el campo, el café, era normal por decirlo así, pero empezamos a ver que no era tan adecuado ese tratamiento, que había que mejorar las prácticas”, añadió.

Fue así como empezó todo un tema de transformación para disminuir los impactos al medio ambiente pero no los ingresos, empezaba ya el concepto de ‘sostenible’, que teóricamente importa, pero en lo práctico se necesita que las personas cambien de chip, que en su vida transformen, así incursionó y empezaron a trabajar de manera colaborativa, hacer talleres, generar espacios donde no llegaran a escucharlos, sino a dialogar entre ellos, han puesto ideas sobre la mesa que se discuten ahí, se dan sus pros y contras, algo que los ha caracterizado es incluir jóvenes, mujeres y personas adultas con gran conocimiento y experiencia, que tengan la misma oportunidad de externar sus ideas y necesidades.

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“En gestión de territorio hay muchísimos intereses y hay que priorizarlos, mediar, a título personal, trabajo con la convicción de que realmente haya una transformación, de que las personas sean más conscientes de cómo están llevando su propia vida y entorno inmediato con lo que implica, en las áreas naturales protegidas (ANP), todo el trabajo que se hace está vinculado a los bienes y servicios del bosque”, dijo.

Sandra añadió que esto es importante, ya que tenemos años hablando de educación ambiental, mientras las reservas están disminuyendo impresionantemente, vemos Montes Azules cada vez con menos hectáreas, si hacemos una lista, ¿en realidad están protegidas? no todo es responsabilidad de las personas que están en la comunidad, ellos sí usan los recursos naturales, pero su impacto no se equipara al de los aserraderos, invasiones, minerías, invernaderos o construcciones irregulares.

“Muchas personas somos conservacionistas o ambientalistas, hay asociaciones civiles, iniciativa privada, gente que ha comprado predios dentro de las ANP para aprovecharlos, hay mucho en sitio, ante eso considero que se debe fortalecer a las personas de la comunidad, me ha tocado trabajar en algunas donde las autoridades tienen esquemas muy bien planteados de cómo van tomando sus decisiones, fortalecemos mucho los acuerdos locales para el uso de un territorio, donde llegan a ese consenso de cómo hacer o utilizar tal cosa.

Lo que trabajan son modelos locales de restauración, y los acuerdan con la comunidad, se ha transformado con los impactos que tiene, van a restaurar tratando de que se vuelva a hacer el bosque que era, pues hay impactos, pero esas personas también usan especies de ese bosque y las van a seguir usando, se trata de idear un modelo de restauración local adecuado a su territorio, ver qué especies aprovechan y con qué frecuencia, hacen estudios sobre la importancia de cada especie, con esa información ecológica y social del valor del uso de bosque y entre todos, acuerdan modelo de restauración local.

“Si se dan cuenta, todos estamos haciendo campañas de reforestación, es importante que como sociedad participemos, pero el error es sembrar lo que caiga, los modelos locales estan pensados con el análisis del territorio, no solo del bosque, sino que las personas que lo están usando, tienen voz y voto, a veces dicen, quiero una ceiba, o queremos hoja blanca para tamales, y ahí entra también la voz de las mujeres, el hombre puede querer un roble para obtener buena madera, pero la mujer prefiere otra especie para leña”.

Es así como combinar todo eso ayuda, así han trabajado en la  producción de planta, en capacitarlos, ellos ya saben producir la planta para sembrarla en los territorios que han definido, para darle sombra al café, haciendo acciones para recuperar ese bosque, frenar que las áreas se vayan haciendo más pequeñas, ver si hay diversidad o es el puro cajón, es algo de lo que hacen.

“Empecé a buscar otras aristas que me fueran llenando más, estudié una maestría en Gestión para el desarrollo, porque estoy en ese tema, en cuestiones de participación social, diplomados de género y medio ambiente, también he trabajado con señores y señoras que empezaron a formar redes de observación de aves, luego de que me surgió esa cuestión de conocerlas”, relató.

Y es que tiempo después, trabajó en el Tacaná y se empezó a formar un programa de monitoreo de aves, en Ecuador tenían un programa de monitoreo comunitario, donde no lo hace el investigador, sino las personas que viven ahí, ella no es bióloga y estaba entrando a un universo nuevo, a locales se les capacita y proporciona herramientas como cámaras, trampa guías, senderos, en sitios estratégicos para enlistar la fauna, que vayan viendo, ya que las aves son un grupo vistoso, llamativo, colorido, fácil de ver, por eso se les hace tanto hincapié.

“Toda la vida hemos visto palomas, zanates, y los señores en sus parcelas conocen a las especies que hay, les enseñamos fotografías, el nombre científico, existen incluso guías digitales y apps como Merlín, que te da imágenes, su canto, distribución, paquetes por regiones, es una app gratuita, me tocaba organizar a personas en la red, llegamos a tener más de 50 monitores de siete ejidos diferentes, ahí hice trabajo en equipo, coordinación, el biólogo hacía la parte biológica de las aves”, recordó.

Por su parte, le tocaba estar en todos los talleres, la invitaban a los recorridos, pero había que irse a las 5 de la mañana, en la Selva Lacandona ya había visto guacamayas, tucanes, pero no me había nacido eso, en Chiapas tenemos quetzales en la Sierra Madre, Montebello, Tapalapa, que se está quedando chiquito, hay mucho esfuerzo para recuperar ese espacio conservado, así como recurso económico para invertir y cuidar.

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“Yo pensaba, si ya viste el quetzal ya viste todo, salimos con Conabio, que venían a capacitar a los monitores, después trabajé unos años para la Agencia Suiza de Cooperación Internaciona que tenía unal base en Guatemala y se concursó un lugar para una consultoría, ganó Andrea Archila, que es pajarera allá en una zona turística, vino a hacer levantamientos, ya habíamos preparado a los monitores, ella se dedica al aviturismo, que es la observación de aves, que es más popular en Guatemala, era la primera mujer externa que llegaba con su guía, hablando de aves, la mayoría siempre eran hombres, vimos un ave bellísima, pequeña,de color verde con azul claro en la cabeza y amarillo brilloso en el pecho, yo maravillada, saca el celular, me muestra cómo le dicen en Guatemala y a partir de ahí decidí ser pajarera”, relató.

Luego, implementaron un programa de aves urbanas para fomentar la observación de aves en cualquier parte, hay otra aplicación donde registras las aves que observas en cualquier lugar, eso ayuda a generar modelos de distribución de aves, en 2019 acuden a un encuentro nacional en Valle de Bravo, unas 120 personas, todos pajareros, aficionados, profesionales, ornitólogos, que los une la observación de aves, la coordinadora, Tatiana Sánchez, empieza a hacer una reflexión, de que habíamos muchas mujeres pero no éramos las que coordinaban, sino capacitadoras o participantes, por qué solo los hombres coordinan, se hace un llamado a todas las mujeres en el encuentro, que eran como 40 de 120 personas, ahí inicia Amazilias.

“Fue un llamado a hacer algo, organizarnos de alguna manera, empezamos a hacer trabajo virtual, reuniones semanales, de hecho, la amazilia es el género de un colibrí distribuido en América, es una red de mujeres que observa aves en todo el territorio mexicano, somos alrededor de 160, algo que tiene esta red es que somos multifacéticas, de diferentes edades, desde los 20 hasta los 65 años, hay un rango altísimo, las amazilias que dominan el mundo están entre los 30-40 años el grueso, hay contadoras, artistas, biólogas, arquitectas, psicólogas, pedagogas, amas de casa, que aman las aves, muchas pajarean poco pero dibujan, hacen otras cosas, todo vinculado a aves”, explicó.

Así, de ser 35, empezaron a tomar fuerza, a hacer más cosas, a inscribir a otras que las vieron en redes, han sido más, tiene sus altibajos, pero ha sido sensacional, les ha dado mucha vida, después empezaron a integrar comisiones de trabajo por afinidad, nadie las obliga, hay una comisión de fortalecimiento de capacidades, que se encarga de capacitar a otras, si tienes un grupo de mujeres que quieren hacer turismo o tienen un sitio verde y no saben cómo, te asesoran.

“Hay muchas que son guías de turistas, operadoras, cosas muy padres, tenemos una comisión de feminismo, de Amazilias en comunidad, arte y cultura, conocimiento de las aves, ha sido algo súper interesante, tenemos el programa Chicas en vuelo, que es virtual, este va dirigido a jovencitas de secundaria, y está impulsado por tres generaciones, ya tenemos más de 50 egresadas, es algo noble y bonito, hay quienes después de sistematizar su experiencia en estos tres años participaron en su colegio y le pusieron el nombre de alguna especie de ave a su mascota, o en desfiles, cosas muy bonitas”, reconoció.

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Para ella, trabajar con mujeres ha sido súper rico, aparte tiene tres hijas mujeres, que si les preguntas si conocen algo de Chiapas, te dirán que conocen las ANP y las zonas arqueológicas donde ha trabajado, es un privilegio conocerlo de esa forma, le ha gustado mucho involucrarlas, este trabajo con mujeres la ha llevado a analizar cómo estamos educando a los hijos e hijas, poner límites pero educarlos en la libertad, pero con confianza para creer en ellos, ven esta vulnerabilidad a muchos factores externos que interiorizan tanto, que sienten que el mundo se les acaba.

“Lo veo en mis hijas, no se trata de que crezcan en el mismo ambiente de ser fuertes, sino de que haya cambios, nosotras como mamás estamos educando a las generaciones que vienen, me gusta platicar e incluirlas en estos temas, tengo una asociación civil que trabaja en conservación de bosques que se llama Eizia AC, soy guía de turismo de aventura y naturaleza especializada en excursionismo, facilitadora en terapias de naturaleza y baños de bosque”, mencionó.

La encuentran como Viajar es un Arte con Patricia Hernández o viajaresunarte_tours, porque cualquiera te lleva a viajar, pero esto es la otra forma de viajar, que realmente disfrutes sin prisas, conozcas, platiques con gente auténtica, conocer al señor de la parcela, donde tomas de su café, que te cuenta qué fue de su abuelo, le gusta mucho, lanzó un tour llamado Mujeres de montaña, que es un recorrido al Tacaná de cuatro días para hacer la cumbre, que según la bibliografía son de 4 mil 062 a 4 mil 090 metros de altura, hacer ese ascenso entre mujeres a paso lento, conversando, conociendo, haciendo caminata en el bosque, ese concepto le gustó para hacer en Viajar es un arte.

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