¿Quién es más culpable?
- AFP
- 6 oct 2020
- 2 Min. de lectura
Annete Lewis

Entre las decisiones que se supone toman algunos empleados de municipio, siempre hay un mando superior que es quien le fuerza y normalmente, siempre fue algún conocido, algún familiar, algún cercano, el que le habló al oído a quien jala los hilos y hace que algún mando medio sea quien ponga la cara ante situaciones en las que hay que tomar riesgos.
Al final, los problemas siempre terminan obviándose y dejan solo a quien puso la cara, se convierte en la pera de quienes buscan respuestas.
Basta con recordar cuando en Caña Hueca quisieron cambiar una letras, retiraron unas que habían sido colocadas desde la remodelación que se realizó en este espacio, cuando se quedaron unas vistosas letras de colores que se relacionaban con el logo que identificó al sexenio anterior. A alguien del actual no le gustaba y seguro instruyó que se cambiaran, no creo que el actual administrador del parque lo haya decidido, si fue un sexenio que fue dadivoso con él.
Se cambiaron las letras por un rótulo bastante feo y la ciudadanía se manifestó ante una decisión que lucia ilógica, que es muy común, pero que antes sin redes sociales, se podía hacer lo que querían y nadie decía nada. En la actualidad se han preocupado mucho por la imagen, cuando algún reportero se les acerca con un cuestionamiento argumentado, lejos de buscar la mejor solución, ceden ante cualquier pretensión, a veces en un riesgo mayor que cuando no quieren ver su imagen trastocada. Puede ser peor.
Pero es por eso que uno concluye en que los intereses también terminan conjugándose con las malas decisiones, aunque parezcan las mejores; terminan cediendo, se ponen de pechito para después caer. Un encargado de un puesto público piensa más en “hacer amigos” que en un futuro puedan ayudarle en sus pretensiones, aunque a veces se parece más a esos acuerdos que se encaminan a quedar bien sin pensar en las consecuencias. Al final terminan sin nada en las manos y con demasiados compromisos.
El deporte ya no necesita dirigentes benévolos con sus planes a futuro, con la fidelidad a sus objetivos a mediano plazo porque eso significa sacrificio, en muchas ocasiones, pérdidas de espacios y ese tipo de cosas que normalmente no entran en un balance a la hora de decidir. El deportista siempre va a ser el jodido.
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