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Solmarena Torres, creando comunidad a través del arte

  • ALEJANDRA OROZCO
  • hace 20 minutos
  • 13 Min. de lectura

Tuxtla.- Solmarena Torres nació en Ocozocoautla de Espinosa, muy cerquita de la capital, pero creció en su pueblo, Nuevo Vicente Guerrero, que es parte del municipio de Villa Corzo, un pueblito muy pequeño, de allí vivió en Villaflores, volvió a Coita y luego vino a vivir a Tuxtla para la universidad, que se convierte en su piso seguro, este lugar al que va y vuelve, pero que ya ha vivido aquí desde hace muchos años.

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“Yo siempre digo que soy un animalito de monte, porque crecí en un pueblo muy chiquito y había cosas, por ejemplo, igual y porque mis papás no me dejaban comer hamburguesas, pero mi primera hamburguesa la comí en Veracruz cuando tenía 14 años y la vomité, cosas que algunas personas viviendo en ciudad se dan desde pequeños y que se dan en lo cotidiano, a mí me costó un poco más y creo que es algo que yo valoro mucho en este momento, porque te da otra perspectiva”, compartió.

Así, hubo algunas cosas que no le dejaron hacer, un poco porque no había canales ni cable en el pueblo, pero también porque no le dejaban mucho ver la tele, luego sus amigos en la universidad veían programas de animación y ella no tuvo ese privilegio, ya de mayor los vio y ahora es muy fan de la animación, pero por otro lado, irse a caminar sola al monte, acá o en algunas otras ciudades no se da mucho, el ir a la milpa, es algo que le gusta mucho ahora, quedar llena de pica pica y luego tenerse que bañar con agua caliente, ir al río, comer muchas verduras.

“Ahora lo pienso en retrospectiva y me parecen cosas súper normales, como que puedes caminar, hacer senderismo, tienes ocho años y te vas a hacer senderismo sola, luego hay dato curioso, como mi esposo es programador y fue gran superviviente, que es hacer senderismo e ir a acampar en el mismo juego, me parece súper curioso que ahora esta percepción de la naturaleza se ve un poco desde la virtualidad”, añadió.

Solmarena estudió Gestión y promoción de las artes en la UNICACH, pensando en la infancia, recuerda un momento muy exacto, en el que tenía seis años, iban en la camioneta con su papá y ella quería renunciar a jugar basquetbol, porque su hermana lo jugaba y quería que ella también jugara, pero cada vez que iba a entrenar lloraba, era algo que no quería hacer, le dijo a su papá y le dijo, ¿qué quieres hacer? Y le dijo, arte, en un pueblo de dos mil habitantes, donde no habían clases de arte, ni siquiera en Villaflores, que era el pueblo más cercano.

“Tomé la decisión en ese momento de dedicarme al arte, siendo muy pequeña, no me dediqué al arte como creadora, como artista, exactamente, pero creo que esta definición de lo que quería hacer me pareció la más acertada en ese momento, a los seis años, ahora pienso, a lo mejor ya lo tenía claro desde entonces… mi carrera profesional ha sido diversa, porque empecé en la literatura, escribía, hacía fanzines y mis primeros eventos organizados se trataban justo de literatura, cuando estaba en la prepa, en Coita”, recordó.

Al entrar a la universidad conoce a Marta Fabello y a todo el grupo de teatro, ella es una teatrista española que le enseña performance y lo empieza a hacer, porque llega un momento en el que la literatura le empieza a quedar pequeña en expresar y compartir lo que pensaba y sentía, de ahí empieza a trabajar con teatro también, en algún punto en el 2016 empieza a hacer cine y a la par iba haciendo y organizando festivales, no como organizadora principal pero dirigiendo algunas partes.

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“Yo en el 2014, 2015, fundo un proyecto que se llama Chiapas Art Project, cuando he decidido dedicarme completamente a la gestión de arte, hicimos un festival que se llama Metadatos, que el siguiente año son 10 años de Metadatos y vamos a volver a hacerlo, es un festival de arte digital y post internet con TikTok, y empiezo a trabajar cosas de sensibilización creativa y otros proyectos”, señaló.

Luego, trabaja con mujeres artesanas en los textiles y se asume feminista, entonces empieza a trabajar más proyectos con mujeres y en el 2017, 2018 empieza a viajar por Sudamérica, se va a Europa y vuelve en el 2019, a trabajar en proyectos de Chiapas Art Project, y a finales del 2019 entra a la función pública.

“Yo creo que también es un privilegio, que las decisiones que uno va tomando sean encaminadas al quehacer creativo, a lo que uno decide hacer para su vida, y partir de ahí para tomar decisiones, yo en su momento le llamaba imperiosa necesidad de hacer y de crear, porque en su momento también hice fotografía, collage, he tenido paradas en diversas disciplinas pero siempre como en el camino de lo cultural”, señaló.

Ella estuvo en la función pública por cinco años, hasta diciembre del año pasado, como directora de algunos recintos, en algún teatro y como directora de promoción cultural del Coneculta, donde llevaba casas de cultura, centros culturales, ahí volvió a trabajar en festivales, terminando como directora del Teatro de la Ciudad, en diciembre empieza a viajar de nuevo, después de cinco años estando en base.

“Además es muy divertido porque la función pública me dejó conocer el estado a través de casas de cultura, las visitas a estas y ver también la situación cultural de cada municipio, más allá de un salario o de presupuestos culturales, el trabajo que hacen de base con la comunidad es estupendo, y muchas veces lo hacen con y sin presupuesto, hay cosas que como chiapanecas y chiapanecos coincidimos, pero también hay cosas muy interesantes en cada lugar”, expresó.

El sistema de la política cultural en el país y en Chiapas, en su momento, fue que las casas de cultura enseñaran procesos, estas se crean como la democratización de la cultura en el país, para que las personas pudieran acceder a ella, sin embargo, las dinámicas de cada casa de cultura se transmiten a partir de las necesidades de la comunidad, por ejemplo, Chiapa de Corzo tiene talleres de tallado de madera y de marimba, en Pichucalco también hay tallado de madera, pero también hay danza folclórica, en Zinacantán, por ejemplo, tienen un grupo de teatro increíble en tsotsil, eso es padre, que cada uno de estos espacios va retomando lo que necesitan los niños y las niñas.

“Por ejemplo, en Villa Corzo también hay un maestro increíble de marimba, y además hay un maestro que te enseña a construir marimba, pareciese que en Villaflores no hay construcción de marimba, pero sí es uno de los lugares que construyen, en Cintalapa hay un grupo de personas que están escribiendo, y es muy interesante, porque uno de los precursores de la poesía moderna está en Cintalapa, Rodulfo Figueroa, estas acciones que se están haciendo alrededor del estado y también en municipios donde no hay casas de cultura, pero siguen habiendo festividades, siguen haciendo juguetes tradicionales, siguen conservando algunas opciones de siembra, siguen conservando semillas, las recetas, todo esto que existe dentro de cada comunidad es interesantísimo”, añadió.

En Tuxtla Chico, por ejemplo, hacen alfombras de aserrín en la fiesta en febrero, pareciese que estas acciones ligadas a la religión y la iglesia no tienen que ver con la cultura, pero al revés, estas actividades que se engloban desde la comunidad también tienen que ver con toda la diversidad cultural, también allí tiene que ver mucho la reflexión que debemos hacer todos y todas, quienes se dedican a la cultura y quienes no, de que entendemos cuando hablamos de cultura.

“El cambio en la percepción que yo tengo de los proyectos culturales es a partir de caminar un poco el estado y otros países, pero muchas personas me dicen, aquí no hay cultura, y se refieren a que no hay venta de obra o no hay asistencia a ciertas obras de teatro, sin embargo, sí creo que hay un papel que se debe hacer desde las instituciones, a cualquier nivel, y es propiciar estos espacios, justo cuando estaba en el Teatro de la Ciudad lo notaba y creo que allí hay una corresponsabilidad”, añadió.

Por ejemplo, si mi obra de teatro es infantil, a qué hora sabemos que los niños y las niñas pueden ir al teatro, en qué día, un domingo por la mañana se sabe que los papás pueden llevar su niño o su niña al teatro, o un sábado por la tarde, y es que sin tomar a mal su comentario, muchas veces creamos para nosotros, o por ejemplo, ella quería ir a un taller de gastronomía y era un martes a las 11 de la mañana, de pronto como creadores y programadores deben pensar para quién es la obra.

“Está bien construir la obra a partir de mí y de lo que yo quiero hacer, pero ¿quién quiero que venga a verme? Son niños, son personas adultas, por ejemplo, un taller de bordado zoque yo sé que le puede interesar a mujeres jubiladas quizás, entonces lo puedo poner en las mañanas porque yo sé que algunas personas pueden ir en las mañanas, mamás, abuelas, yo sé que si pongo un taller de literatura a las 11 de la mañana un miércoles, quizás me lleguen no jóvenes, porque están en la escuela, creo que en esta dinámica hay que pensar en los públicos, porque esta idea de que es para todo público se empieza a ver sesgada, por ejemplo, si son jóvenes y yo pongo mi obra a las 9 de la noche, ya no va a haber transporte”, consideró.

Cuando termina la función pública y empieza a viajar, trabaja en Bolivia, con una fundación que se llama Bolivia Digna, que la acogió durante un mes y trabajó en un comedor solidario, donde conoció a la población de Sacaba, que está en Cochabamba, lo que hacían era darle el almuerzo a 70 personas, entre infancias, adultos mayores y algunos papás y mamás que no podían acceder a los alimentos.

“Justo cuando yo estoy en Bolivia me tocan algunos cambios políticos complejos, la subida del dólar, creo que te pone en perspectiva en dónde estás parado en tu país, también te saca el lado más nacionalista, pero también descubrir qué otras formas hay de crear, y en qué coincidimos, tienen una sopa de choclo ellos que me parece que es más aquí como la sopa elote, esas conexiones que hay a través del alimento o del bordado me parece increíble”, señaló.

Luego, en abril estuvo en Buenos Aires trabajando con otra fundación que se llama Esteban Maradona, donde trabajó con las mamás de los niños que atiende la fundación, cuando vuelve a finales de mayo, se queda en stop, a ver a dónde ir en este momento, ella ya quería hacer algo con una fundación, pero no sabía hacia dónde, como había estado mucho tiempo en la institución y venía de la independencia, no sabía si quería seguir como en el camino institucional, más privado, público o desde dónde quería trabajar.

“Unas amigas me invitan a un proyecto para trabajar en espacios de refugio, en albergues, allí me encuentro otra vez con dinámicas que me parecen que yo puedo incidir de otras maneras, allí creo un proyecto que se llama Recetas al Vuelo, que es un recetario donde vamos a cocinar con personas en situación de migración, dentro de este viaje una de las cosas que más extrañaba era la comida, y me di cuenta que entre más al sur iba, menos condimentada la comida y menos diversa en cuanto a gustos”, resaltó.

Y es que la comida mexicana es una explosión de sabor muy compleja, entonces, en este tránsito que hacen las personas en Chiapas también se da cuenta que la comida es compleja para ellos, y la forma de reconectar con su identidad y con quienes son como personas es a través del alimento, entonces empiezan a cocinar con ellos y ellas; otro de los proyectos que tienen es el que los hace sacar Raíz Sur al ruedo, sacarlo del pensarlo, del construirlo, y el aprendizaje que le da sacar las cosas como estén porque son necesarias, más allá de la perfección, avanzar sin que esté perfecto, como lo pensaba, que quería que cuando saliera Raíz Sur tuvieran la página web.

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“En enero terminé una especialidad, y uno de mis maestros que adoro y quiero mucho, que además es top en la política cultural en México, Eduardo Nivón, me dijo en mi presentación de otro proyecto que era importante dejar de teorizar y no solo diseñar proyectos, sino empezar a construir una comunidad con otros gestores, esta recomendación sigue sonando en mi cabeza, espero que el siguiente año ya pueda construir un laboratorio de gestión cultural para otras personas, para otros artistas y construir otras formas de hacer gestión cultural”, mencionó.

Justo en este paso, sacaron Raíz Sur con un proyecto que se llama Polinizadoras del Barrio, que ya termina la primera fase, donde hicieron 11 jardines comestibles y polinizadores alrededor de Tuxtla y trabajaron el espacio como parte de la adaptabilidad y mitigación del cambio climático en Tuxtla, y es que ella cree mucho en el conocimiento ciudadano, algo que le preguntan es, por qué es solo para mujeres, y cree que una parte del cuidado que hay en el medio ambiente y en general del mundo tiene que ver con el cuidado de las mujeres.

“La pregunta que hago abiertamente es ¿quiénes son las que cuidan los jardines y las plantas en su casa? y la mayoría contesta que las mamás o ellas mismas, muy pocos compañeros son los robaplantas, está bien padre este cuidado que ya se tiene en la vida diaria dentro de casa, dentro de los afectos, incluso quienes no tienen hijos o familias muchas veces cuidan a sus amigas o a sus amigos, a su entorno en los espacios de trabajo, que me parece bien bonito”, destacó.

Este proyecto parte de esta idea de que es indispensable cuidarnos también entre nosotras, y que a través del cuidado entre nosotras cuidamos el medio ambiente, también trabajar procesos de soberanía alimentaria, cómo nos estamos alimentando, qué es lo que estamos sosteniendo, y cómo esta soberanía del alimento puede hacer que en un futuro pueda ser adaptación para el cambio climático que nos viene muy encima, si no hubieran tantas inundaciones, sequías, olas de calor o frío en tiempos en donde no debería ser, y al revés.

“Ahora uno de los proyectos que no te he contado es Grabado Vivo, siento que todo tiene conexión, ahora que trabajé en espacios de resguardo, uno de los que más me cautivó de cierta manera fue de niñas y mujeres, entonces hicimos un proyecto con una de mis mejores amigas,Ana Ferral, ella es grabadora, es una artista visual increíble, maestra de grabado así que empezamos a hacer grabados con niñas entre 8 y 17 años, algunas señoras que vinieron al taller, hicimos grabado, en nuestras redes pueden ver los videos de la creación de ellas, estamos en Instagram como raizsur.cultura y en Facebook como Raiz Sur Plataforma de Cultura desde el Territorio”, dijo.

Así, pensaron en seguir sosteniendo no sólo el taller de grabado, sino también otros talleres, alguno de costura, alguno de serigrafía, o herramientas que le puedan dar a las niñas para cuando dejen de estar en situación de resguardo, puedan también adquirir conocimientos y habilidades que les puedan generar recursos, saben que quizás las muchas o pocas herramientas que puedan otorgar, desde acompañamiento emocional, creativo, todo el proceso que hacen con ellas puede ser limitado para todo lo que necesitan, pero para ellas es importante hacer un poco.

“A partir de ahí sacamos una marca, llamada Re, pensando que re es como decir mucho, también reusar, rebonito, con lo que trabajamos con ellas, para la primera colección de playeras y bolsas, ellas hicieron los diseños, dibujaron, grabaron, hicieron sus placas, todo este proceso, antes hablamos con ellas, estuvieron de acuerdo y saben que una parte es para el pago creativo de ellas, hablando también del pago justo, y el resto de la ganancia la usaremos para volver a trabajar otros talleres que puedan implementar en los albergues”, explicó.

Solmarena no sabe si nos falta empatía, pero sí consciencia de nuestro entorno, los proyectos de medio ambiente dicen que no puedes cuidar lo que no conoces, estos espacios para conocer el proyecto, que puedas saber que esto es importante porque lo empiezas a conocer, por ejemplo, hay una mosca amarilla que es la polinizadora de los mangos, sin ellas no hay mangos, esta idea y este conocimiento te permite respetarla.

“En la medida que uno se sienta a conversar, ya sea en la calle, en la combi, en la fila, este espacio de conversación se ha perdido mucho con la inmediatez de las redes sociales, la IA no entró con chat, sino con tu algoritmo, sobre todo Meta hace que veas lo que creen que te interesa, antes teníamos la radio, lo que estaba en el top, pero te permitía escuchar cosas que no escuchas, ir conociendo a otros, de pronto uno hace círculos cerrados con gente que le cae bien y está padre, pero también es importante encontrar espacios de conversación con aquellos que piensan diferente a ti”, añadió.

Y es que en México somos super pasionales en todos los espacios, hay mucho amor y cariño en todo, por eso en las discusiones se siente mucho, porque sentimos mucho, incluso puedes escuchar la música mexicana que siempre habla de amor o desamor, siempre hay presentes estas exaltaciones, el color, por ejemplo el Día de muertos, el festejo, la añoranza y cómo lo vivimos en general, todo lo festejamos, la muerte, ir al panteón a festejar el cumpleaños de un familiar, lo sentimos tanto y lo sentimos todo, que hace que lo que hagamos tenga más peso.

“Yo soñaba con tener una galería de arte, pero lo que estoy viviendo en este momento de mi vida, con todo el amor que tengo a mi alrededor, mi familia, amigas, mi trabajo que estoy disfrutando, algunas cosas son mejores de lo que alguna vez imaginé, de pronto sí sueñas, pero este momento es mejor de lo que en algún momento pude soñar, hacen falta cosas, hablo desde mi privilegio, pero todo lo bueno o malo, sobre todo malo de los últimos años, me han llevado a un buen lugar, cosas que estaban fuera de control y no dependían de mí me orillaron a sacar Raíz Sur, por ejemplo, o rediseñar algún proyecto, cosas que me dolieron mucho en su momento estuvo bien, qué bueno que sucedió”, comentó.

Hoy en día, sueña con que los proyectos que están diseñando crezcan, que puedan tener una plataforma sólida, así como tener una familia, poder criar bebés es algo que decidió últimamente, en Bolivia conoció una asociación que trabaja con infancias y da alimentos a personas sin techo, fue a ayudarles algunos días y tenían escrito en la pared que hay personas que buscan la felicidad y otras que la crean, ella busca un espacio que pueda ser feliz no solo para ella, para el entorno, cuando decide asentarse en Tuxtla y ve algunas situaciones, quiere crear mejores situaciones para ella y la comunidad.

“La pérdida de comunidad es bien fuerte, de hecho uno de los proyectos por los que trabajo en el barrio Colón salió porque mis vecinos no sabían que vivía alguien en mi casa, no hace falta empatía, sino consciencia de nosotros mismos, de dónde estamos ubicados y quiénes nos rodean, los vecinos, los niños en la cuadra, hay que quedarse a ver lo que está pasando”, consideró.

Asimismo, señaló que están recibiendo voluntarias para actividades, por ejemplo, tiene una amiga repostera que les donará una clase, ya que podemos enseñar lo que sabemos, pero también es interesante enseñar lo que no sabemos pero los demás sí, compartirlo es más rico e interesante; finalmente, dijo a las nuevas generaciones que intenten tener un sentido crítico, no perder habilidades como escribir a mano, leer, hacer cosas sin pantalla, buscar habilidades que puedan ser de seguridad para ustedes.

“Hay cosas que ya no se pueden parar, como la IA o la conectividad, hay que acercarse a otras personas que puedan darnos habilidades para discernir, qué es bueno para ti, para los demás, hacer comunidad, es difícil tener amigos después de la pandemia pero buscar esos espacios, más para los papás de esos jóvenes, se habla mucho de las infancias y de las juventudes pero poco de los adultos que están como tutores, buscar espacios de encuentro, hacer otras actividades, ir al Zoomat, Jardín Botánico, ir al fútbol”, finalizó.

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