Tuxtla Chico se viste de fe y color con las alfombras de aserrín en honor a la Virgen de la Candelaria
- NOÉ JUAN FARRERA
- hace 3 horas
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En el municipio de Tuxtla Chico, en el Soconusco de Chiapas, cada año las calles se transforman en un tapiz de fe y color con la tradición de las alfombras de aserrín, elaboradas en honor a la Virgen de la Candelaria. Lo que comenzó en 1994 como una sencilla muestra de devoción de dos mujeres católicas, hoy se ha convertido en una celebración que une a toda la comunidad en un mismo fervor religioso y artístico.

Durante días, familias completas se entregan a la preparación de los materiales: aserrín teñido con vivos tonos, moldes de madera con símbolos florales y figuras religiosas, hasta composiciones que evocan quetzales y ajolotes, plasmando la riqueza cultural y natural de Chiapas. Cada trazo de color no es solo arte, sino una plegaria y una ofrenda que embellece el camino de la Virgen de la Candelaria.
El punto culminante de la festividad ocurre en la noche del 2 de febrero, cuando la imagen sagrada recorre cerca de dos kilómetros sobre este manto multicolor. Calles enteras iluminadas con fe, pirotecnia y música popular convierten el recorrido en un espectáculo cargado de misticismo y devoción, donde miles de fieles y visitantes se suman para venerar a la patrona.

Hoy, Tuxtla Chico es reconocido como un epicentro de esta manifestación cultural y religiosa, atrayendo a turistas nacionales e internacionales que descubren en las alfombras de aserrín