Una triste realidad
- Redacción
- 19 mar 2020
- 2 Min. de lectura
Annete Lewis

Mientras en la capital chiapaneca los “clubes” se la pasan peleando jugadores, pirateando en algunos casos, involucrando en sus intereses a padres de familia que, lejos de reconocer el nivel real de sus hijos, los hacen creer que tienen algo que están lejos, en municipios como Tapachula volvieron a demostrar que, antes de inmiscuirse en una pelea, prefieren presentar equipos competitivos.
Es parte de lo que rodea al basquetbol en los últimos días, desde que se comenzó a “privatizar” el proceso selectivo, quitándole la obligación a los municipios de ser quienes tengan la responsabilidad. Ya les hemos contado, facilitar el uso de espacios públicos (que terminan dejando un beneficio económico) y después, dejando a los mismos que sean los encargados de “promover” el deporte.
Pues bien, parte del resultado es lo que se vio en la eliminatoria estatal de Juegos Nacionales CONADE; de nuevo, es triste ver que un entrenador pretende que un jugador haga algo que no le enseñó. Ahora parece que todo está enfocado al beneficio económico, el que paga la mensualidad tiene todos los derechos de jugar, aunque sus habilidades para el deporte sean limitadas.
Tuxtla no figuró, evidentemente alguno que otro jugador podrá ser integrado en el selectivo estatal, pero si se mantiene la tendencia que los mismos clubes han propiciado, no habrá manera; entonces, pasa que los papás ahora están más centrados en ser ellos los protagonistas en otro rubro, mientras en la cancha, donde realmente importa, los jugadores a veces quisieran hacer más, pero de alguna manera no les alcanza.
Los tiros libres han sido, son y serán el gran lamento para Chiapas, porque es la jugada más sencilla, que basta con mecanizarla para acceder a los puntos que pueden terminar siendo la diferencia, pero hay que darse cuenta cómo es que es a lo que menos atención le ponen. Ya casi no hay entrenadores que gasten minutos corrigiendo mecánica de tiro; después, en las “charlas”; recriminan que no se encesten los tiros libre, pero ¿cuánto tiempo gastan para practicarlos?
En fin, que el deporte ráfaga tuxtleco acaba de tener una muestra de los que les espera. Se juegan al menos 10 torneos de aniversario en el año, con gran participación de equipos, en algunos casos gana el “festejado” pero después, no hay manera de reflejar el avance en una categoría.
Es difícil saber el nivel competitivo, porque el proceso municipal no se realiza de manera correcta y al estatal, lejos de llegar el representativo municipal, llega el representativo de un club, que se traduce en un menor nivel competitivo.
Eso sí, no faltan los pleitos entre padres y clubes, porque el “canto de las sirenas” suele encantar al más pintado, pero en el análisis de fundamentos, algún día observen a detalle a los hijos jugar, vean lo que pueden considerar que no hacen bien y después, vean si el entrenador les corrige. De eso se trata ser entrenador de categorías pequeñas, porque en categorías juveniles es más fácil piratearse a los jugadores hechos.
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