Falta de infraestructuras en escuelas
- EDITORIAL
- 29 abr
- 3 Min. de lectura

La mayoría de las escuelas públicas se encuentran en condiciones precarias. Esta afirmación, si bien es políticamente incorrecta, describe la forma cómo hemos concebido los espacios públicos para educar a las niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Y no solo eso, también describe que la mayoría de las escuelas tienen lo básico, nada más. Podemos constatar, con cifras oficiales, que hay escuelas que no cuentan con baños, electricidad, sanitarios y servicio de agua. Sin embargo, la estadística solo hace referencia a la existencia o no de la infraestructura, no menciona ni se recaba en los datos oficiales las condiciones en las que funcionan; por eso hay muchas escuelas que tienen sanitarios que no funcionan y es frecuente encontrar tambos de agua con una cubeta para “echarle” al inodoro o lavarse las manos, porque hay agua, pero no está entubada o la bomba no sirve. También es frecuente encontrar instalaciones eléctricas que funcionan casi de milagro con cables pelados o colgando por fuera de las paredes. Por todo esto, la precariedad de las escuelas públicas es una descripción de hechos que pueden constatarse casi en cualquiera de ellas, y muchas veces las precarias condiciones en las que funciona la infraestructura básica en las escuelas está relacionada con la falta de recursos para el mantenimiento, que es un tema para otro texto. Pero como decía, tener escuelas en condiciones precarias provoca que sean espacios muy vulnerables, sobre todo cuando están vacíos. La precarización de las escuelas las hace más vulnerables a los robos. Si las escuelas no cuentan con la infraestructura básica, por supuesto que carecen de sistemas de vigilancia o cerraduras seguras, protecciones en la barda perimetral o alumbrado. Porque las escuelas en condiciones precarias a menudo carecen de fondos para mantener sus instalaciones y equipos en buen estado y seguros. La falta de mantenimiento y recursos también genera un entorno en el que los delincuentes se sienten más cómodos operando, dado que perciben que hay menos vigilancia y protección.

Por eso, desde el inicio del ciclo escolar lanzamos la campaña “Échale un ojo a tu escuela”. Un llamado a las autoridades educativas y de seguridad pública de los tres niveles de gobierno, así como a la sociedad, las y los vecinos, madres y padres de familia, para alertar a las autoridades en caso de ver movimientos o personas sospechosas ajenas a los planteles. La vigilancia ciudadana es una herramienta clave frente a la falta de recursos e incluso frente a la falta de una política nacional para cuidar los, de por sí, precarios espacios educativos, porque informando a las autoridades sobre actividades sospechosas cerca de las escuelas se puede disuadir a los delincuentes de intentar robar equipos o vandalizar las instalaciones. El saqueo de materiales, cables de luz, equipo de cómputo o comunicación, libros, mobiliario, provoca una mayor precarización de los espacios educativos y lesiona el derecho a aprender de las y los estudiantes. A nadie motiva asistir a una escuela saqueada o vandalizada. Hay múltiples estudios, análisis y evidencia que muestra que una infraestructura adecuada reduce el abandono escolar, mejora el rendimiento académico y, sobre todo, genera en los estudiantes una percepción positiva sobre la importancia de la educación. Durante este periodo vacacional de Semana Santa insistimos, a través de nuestras redes sociales, en la importancia de “echarle un ojo a la escuela” y monitoreamos tanto las noticias, a través del Observatorio Educativo en los Medios de Mexicanos Primero, como las redes sociales.
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